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Descubierto el primer insecto sudamericano que emite luz azul
Aunque en Suramérica se conocen distintos
insectos y hongos bioluminiscentes, todos emiten luz de color verde, amarillo o
rojo. Este gusano hallado en Brasil es el primero con luz de otro color.
Científicos brasileños descubrieron en una
reserva de Bosque Atlántico una larva de mosquito capaz de emitir luz azul,
algo inédito en América del Sur. Aunque se conocen distintos insectos y hongos
bioluminiscentes en el continente, todos emiten luz de color verde, amarillo o
rojo. Esta nueva especie, a la que se le dio el nombre de Neoceroplatus
betaryiensis, aparece descrita en la revista Scientific Reports.
“Esta larva fue hallada durante una
recolección de setas bioluminiscentes y nos llamó la atención al emitir luz
azul. Los hongos y las luciérnagas no emiten luz de ese color, entonces solo
podía ser un nuevo organismo”, declaró a Agência FAPESP Cassius Stevani,
docente del Instituto de Química de la Universidad de São Paulo (IQ-USP) y
coordinador del trabajo.
Según Stevani, solo se habían identificado
especies emisoras de luz azul en América del Norte, Nueva Zelandia y Asia. Esta
larva bioluminiscente fue hallada en la Reserva Betary, un área particular de
Bosque Atlántico situada en el municipio de Iporanga y aledaña al Parque
Estadual Turístico del Alto Ribeira (Petar), en el sur del estado de São Paulo.
Participaron en la expedición de
recolección el biólogo Isaias Santos y el estadounidense Grant Johnson, becario
de capacitación técnica de la FAPESP. Ambos trabajan en el Instituto de
Investigaciones de la Biodiversidad (IPBio), la organización que administra la
Reserva Betary y que realiza actividades de turismo, educación ambiental e
investigación en la propiedad, en donde viven muchas de las especies de setas
bioluminiscentes existentes en el mundo.
La descripción del nuevo insecto
bioluminiscente estuvo a cargo de la entomóloga Rafaela Falaschi, quien
actualmente lleva adelante una pasantía posdoctoral en la Universidad Estadual
de Ponta Grossa (UEPG). El nombre N. betaryiensis hace referencia a la Reserva
Betary.
Las diferencias en el patrón de luz
De acuerdo con Stevani, los ejemplares
adultos de esta especie no emiten luz, sino que únicamente lo hacen las larvas,
que viven escondidas en troncos y están dotadas de tres faros: uno en la cola y
otros dos cerca de los ojos.
Entre los ejemplares recolectados, sin
embargo, los investigadores encontraron uno que emitía luz desde diversos
puntos situados a lo largo del cuerpo. Esa larva fue llevada al laboratorio y
se convirtió en pupa (también bioluminiscente); pero, en lugar de dar origen a
un mosquito, tal como sería de esperarse, de ella salió una avispa.
Los investigadores arribaron a la
conclusión de que esa avispa también pertenece a una nueva especie de la
familia Ichneumonidae, conocida por depositar sus huevos dentro de larvas de
otros insectos, que terminan generando avispas adultas. Aún no se sabe, sin
embargo, si el patrón distinto de luz observado en esa larva ocurrió debido a
la infección que la avispa causó, si corresponde a una nueva especie de
mosquito o si estaría relacionado con el dimorfismo sexual de la N.
betaryiensis, es decir, con características morfológicas que diferencian a las
hembras y los machos.
Un nuevo sistema
Más allá de la importancia para el
conocimiento de la biodiversidad, este descubrimiento de la especie emisora de
luz azul –bastante rara entre estos organismos– genera la posibilidad de
develar un nuevo sistema de bioluminiscencia, que podría dar origen a nuevas aplicaciones
analíticas o biotecnológicas, tales como la marcación de células o genes
específicos en estudios biológicos o biosensores de contaminación, por ejemplo.
Como todo ser bioluminiscente, la nueva
especie genera luz con base en la reacción de un sustrato, la luciferina, y una
enzima que la cataliza, la luciferasa. Para efectuar la separación de ambos
compuestos, los investigadores elaboran un extracto de los animales y lo
separan en dos porciones.
Una sigue conservada en hielo, con todas
las enzimas preservadas (luciferasa), en tanto que a la otra se la calienta a
los efectos de eliminar las enzimas y que quede únicamente el sustrato
(luciferina).
Para empezar a caracterizar al sistema
bioluminiscente de la N. betaryiensis, los investigadores del grupo de Vadim
Viviani, docente de la Universidad Federal de São Carlos, emplearon como
herramienta la luciferina y la luciferasa purificadas en su laboratorio
partiendo de otra especie con capacidad de emitir luz azul: Orfelia fultoni,
que vive en los Montes Apalaches, en Estados Unidos y Canadá.
“Al contar con la luciferasa y la
luciferina de la O. fultoni ya purificadas en nuestro laboratorio, logramos
producir las reacciones cruzadas con la nueva especie. En todas las
combinaciones hubo emisión de luz. Asimismo, demostramos que la larva del
mosquito también posee una proteína que almacena luciferina, anteriormente
denominada SBF (las siglas de Substrate Binding Fraction), al igual que la O.
fultoni. Portanto, ambas especies comparten el mismo sistema bioquímico”, dijo
Viviani, quien encabeza el grupo de investigación denominado Bioluminiscencia y
Biofotónica, del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico
(CNPq), organismo científico de fomento vinculado al gobierno federal
brasileño.
Los próximos pasos
En el año 2000, Viviani y los
investigadores Thérèse Wilson y J. Woodland Hastings concretaron la primera
caracterización del sistema bioluminiscente de O. fultoni, durante su
posdoctorado realizado en la Universidad de Harvard. Desde entonces, el investigador
ha venido llevando adelante la caracterización bioquímica de la luciferina y de
la luciferasa de esos mosquitos.
Viviani coordina el Proyecto Temático
intitulado “Bioluminiscencia de Artrópodos”, con financiación de la FAPESP.
Recientemente, su grupo descubrió una especie del género Neoditomyia en
cavernas del parque Intervales, en el sur del estado de São Paulo, que también
posee luciferina y su proteína de unión (SBF), pero que no emite luz. Con todo,
cuando se mezcló su sustrato con la luciferasa de O. fultoni, al igual que el
de la nueva especie, generó luz azul (lea más en: agencia.fapesp.br/29094).
También desde el punto de vista genético,
los análisis mostraron que la nueva especie es cercana a Neoditomyia y a O.
fultoni.
Basados en el conocimiento existente sobre
las otras especies, los investigadores planean ahora aislar e investigar la
luciferasa y la luciferina de la N. betaryiensis, más rara y no tan fácil de
hallar como la especie estadounidense.
“Contamos con la luciferasa y la luciferina
de la O. fultoni estadounidense y las de la especie Neoditomyia de Intervales,
purificadas y parcialmente caracterizadas en nuestro laboratorio de la UFSCar,
lo que permitió la realización de este estudio inicial, y facilitará también el
aislamiento de la luciferina y la clonación de la luciferasa de Neoceroplatus
en el futuro”, dijo Viviani.
Una vez aisladas, se clonarán las
sustancias y se determinará su estructura. En el caso de la luciferasa, el
trabajo estará a cargo del grupo de la UFSCar, en tanto que en el de la
luciferina, hará lo propio el grupo de Stevani, en el IQ-USP.
“Ya contamos con la fórmula molecular de la
luciferina. Sabemos cuántos átomos de carbono, hidrógeno, nitrógeno, oxígeno,
azufre y otros elementos tiene. Pero no sabemos cómo están unidos esos átomos.
Debemos realizar diversos experimentos, con resonancia magnética nuclear, por
ejemplo, para dilucidar la estructura, cosa que espero que hagamos pronto”,
dijo Stevani, quien coordinó un proyecto de investigación sobre setas bioluminiscentes
financiado por la FAPESP.
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